sábado, 29 de abril de 2017

El signo universal de la Cruz


La Cruz nos dice que el amor es más fuerte que el mal, que es posible la salvación. Volvamos la miradas hacia Cristo. Él nos hará libres para amar como Él nos ama.

Autor: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net


La Cruz es un signo clave para todos los cristianos y para tantos hombres y mujeres de buena voluntad. Es más que un signo, porque encierra un mensaje universal, perenne, necesario para los corazones.

"La señal de la Cruz es de alguna forma el compendio de nuestra fe, porque nos dice cuánto nos ha amado Dios; nos dice que, en el mundo, hay un amor más fuerte que la muerte, más fuerte que nuestras debilidades y pecados" (Benedicto XVI, Lourdes, 14 de septiembre de 2008).

Por eso la Cruz se ha convertido en un símbolo imprescindible. Porque Cristo murió en una Cruz para ofrecer a todos, sin discriminaciones, su Amor, su misericordia, su perdón.

La Cruz nos dice que el amor es más fuerte que el mal, que es posible la salvación. Ese fue uno de los mensajes de las apariciones de Lourdes: la invitación de la Virgen María "a todos los hombres de buena voluntad, a todos los que sufren en su corazón o en su cuerpo, a levantar los ojos hacia la Cruz de Jesús para encontrar en ella la fuente de la vida, la fuente de la salvación" (Benedicto XVI, Lourdes, 14 de septiembre de 2008).

En medio del debate suscitado por algunos que desean quitar cualquier cruz en los lugares públicos (escuelas, tribunales, parlamentos, despachos del gobierno), los creyentes necesitamos descubrir el verdadero significado de ese signo.

Tal vez Dios permite esa fobia, ese deseo de eliminar un signo universal, para sacudir nuestra rutina y para avivar nuestro corazón al contemplar a Jesús, el Inocente, clavado en un madero. Podremos, entonces, gritar y testimoniar, con nuestra vida y con nuestra esperanza, un mensaje que es para todos, que no debemos esconder en las sacristías ni en los hogares.

Vale la pena recordar, desde el dolor que produce ver a seres humanos insensibles ante el mensaje universal de la Cruz, estas palabras del Papa Benedicto XVI en su visita a Lourdes:

"Volvamos nuestras miradas hacia Cristo. Él nos hará libres para amar como Él nos ama y para construir un mundo reconciliado. Porque, con esta Cruz, Jesús cargó el peso de todos los sufrimientos e injusticias de nuestra humanidad. Él ha cargado las humillaciones y discriminaciones, las torturas sufridas en numerosas regiones del mundo por muchos hermanos y hermanas nuestros por amor a Cristo".
 




lunes, 24 de abril de 2017

YO SOY

Dijo Antonio Machado - luego difundido por un cantante español (catalán) - "Caminante no hay camino, se hace camino al andar".
Dijo Jesús: "Yo soy el Camino... la Verdad y la Vida.
Si no volvemos al Camino correcto, no llegaremos a la Verdad y perderemos la Vida eterna. Andaremos dando vueltas por todos lados, siguiendo a quienes no hay que seguir - lo digo por experiencia - , perdiendo tiempo y energía; descuidando, tal vez, nuestra familia: nerviosos, contestando mal a quienes no tienen la culpa de que no estés en el camino correcto, y me atrevo a decir que hasta caeríamos en la desesperación.

No son pocas las personas que, no teniendo la verdadera meta, que es Nuestro Señor, recurren a adicciones que malogran sus vidas y las de sus seres queridos, porque sienten un vacío interno que no logran llenar con nada, ya que lo material no conforta lo espiritual, y entonces caen en terribles errores de todo tipo, por no entender que la felicidad está en Aquél que nos creó, y en su Hijo que nos salvó con su muerte de Cruz.

miércoles, 19 de abril de 2017

CIUDAD CATÓLICA Y REVOLUCIÓN


Ciudad Católica y Revolución
P. Julio Meinvielle

A continuación reproducimos en nuestro Blog del Centro Pieper un extracto del libro del P. Meinvielle “El Comunismo en la Revolución Anticristiana”, que en su Capítulo Tercero trata sobre “La Ciudad Católica, única Solución contra el Comunismo y contra el Actual Desgarramiento de las Sociedades Humanas”.
 No sabemos a dónde va a desembocar esta encrucijada de la historia que vive el mundo actual. Tampoco hemos de estar muy solícitos por saberlo. Ello pertenece a los designios inescrutables del Creador. Pero si el comunismo es obra y etapa de la Revolución Anticristiana, peor que el mismo comunismo es la Revolución Anticristiana, que produce estos frutos mortíferos del naturalismo, del liberalismo, del socialismo y comunismo, que lo invade y lo penetra todo. Esta revolución es una totalidad que quiere destruir totalmente al hombre cristiano. 
 Si es una totalidad, hay que oponerle otra totalidad. Hay quienes quieren curar los males de la sociedad contemporánea con recetas incompletas cuya eficacia alimentan en su propia imaginación. Unos, recetas puramente religiosas; otros, políticas; quienes, sociológicas o económicas. Y aun, en cada uno de estos sectores de la actividad humana, tienen a su vez el secreto mágico que va a poner remedio a todos los males. Y así los que ponen sus esperanzas en lo económico piensan, por ejemplo, en la participación de los obreros en las empresas o simplemente en la propiedad comunitaria. 

No es necesario explicar que la realidad es compleja y es sobre todo una totalidad que está determinada por causas y encierra elementos que son en general humanos, y por lo mismo religiosos, políticos y económicos. 

La Iglesia tiene un programa para el hombre de hoy. […]

Para comprender el programa… que la Iglesia propone al hombre contemporáneo como solución de los males que le aquejan y aun de otros que le amenazan, tengamos bien presente el carácter de la sociedad en que vivimos. Porque a pesar de la degradación deletérea de la Revolución Anticristiana, los cimientos de nuestra civilización occidental han sido construidos sobre la base de la Europa Cristiana, la cual, a su vez, ha recogido lo mejor de la civilización grecorromana e incluso del mundo germánico, bajo la inspiración de la Iglesia. Tenemos un patrimonio que conservar. […]

La Iglesia no renuncia ni a la idea de “Civilización Cristiana” que, como hemos visto, se identifica con la de “Ciudad Católica”, ni a la de la “Europa Cristiana”. San Pío X afirma taxativamente: “La Iglesia, al predicar a Cristo crucificado, escándalo y locura a los ojos del mundo, vino a ser la primera inspiradora y fautora de la civilización, y la difundió doquier que predicaron sus Apóstoles, conservando y perfeccionando los buenos elementos de las antiguas civilizaciones paganas, arrancando a la barbarie y adiestrando para la vida civil los nuevos pueblos, que se guarecían al amparo de su seno maternal, y dando a toda la sociedad, aunque poco a poco, pero con pasos seguros y siempre progresivos, aquel sello tan realzado que conserva universalmente hasta el día de hoy”. Y añade a continuación: “La civilización del mundo es civilización cristiana: tanto es más verdadera, durable y fecunda en preciosos frutos, cuanto es más genuinamente cristiana; tanto más declina, con daño inmenso del bienestar social, cuanto más se sustrae a la idea cristiana”. 

Benedicto XV, en “Pacem Dei munus”, pondera la civilización cristiana formada por la Iglesia, que alcanza su esplendor en la Europa Cristiana, y allí dice: “Y así, por la historia sabemos que los antiguos pueblos bárbaros de Europa, desde que en ella penetró el espíritu de la Iglesia, suavizándose poco a poco las múltiples y máximas diferencias entre ellos mismos, y desapareciendo sus discordias, se unieron para la formación de una sociedad homogénea y nació la Europa cristiana, que, guiada y bendecida por la Iglesia, reteniendo la variedad de naciones, arribó a una unidad fomentadora de prosperidad y grandeza”. […] A esta Europa Cristiana se refiere León XIII… y de ella dice San Pío X… que “ha existido y existe”.

Es por ello que San Pío X se indignaba con santa cólera contra los jóvenes del movimiento “Le Sillon”, quienes en Francia, a comienzos de siglo, se declaraban revolucionarios y querían destruir la civilización actual para edificar luego una totalmente nueva. “Esto es –decía Pío X– lo que quieren los jóvenes sillonistas de la sociedad humana. Éste es su sueño de cambiar las bases naturales y tradicionales de la sociedad y de prometer una sociedad futura. Edificar sobre otros principios que ellos tienen la osadía de declarar más fecundos, más beneficiosos que los principios en los cuales descansa la sociedad cristiana”. 

Hay muchos católicos que quieren ser revolucionarios, y algunos llegan a proclamar que lo quieren ser más que los comunistas. Es claro que ello no pasa de ser un ardor puramente retórico. No saben lo que dicen. Es difícil superar a Lenin en conducción revolucionaria y en poder de destrucción de los valores humanos. El primer revolucionario fue Lucifer, quien en su rebelión sembró el mal donde Dios creó el bien. El programa del católico no es la Revolución, porque, como hemos dicho, la sociedad actual no es fundamentalmente mala, sino, por el contrario, sus cimientos cristianos la hacen fundamentalmente buena. Es cierto que esta sociedad desde hace varios siglos recibe fuertes golpes destructivos de la Revolución Anticristiana. Es cierto que el naturalismo, el liberalismo, el laicismo, el socialismo y el comunismo la corroen como un cáncer y amenazan destruir sus órganos vitales esenciales. Pero hasta ahora no han conseguido su objetivo. Por ello, el mismo San Pío X sostiene en el documento que mencionamos que la Iglesia “no tiene que separarse del pasado, y que le basta volver a tomar, con el concurso de los verdaderos obreros de la restauración social, los organismos rotos por la revolución y adaptarlos, con el mismo espíritu cristiano que los ha inspirado, al nuevo medio creado por la evolución material de la sociedad contemporánea, porque los verdaderos amigos del pueblo no son –dice– revolucionarios ni innovadores, sino tradicionalistas”. 

Aquí nos señala el Santo Pontífice cuál ha de ser nuestro objetivo en un programa de mejoramiento social. No destruir lo pasado por pasado, porque hay allí un patrimonio que es necesario conservar y aun afirmar, sino reconstruir lo que la Revolución Anticristiana ha roto. Y no reconstruir tal cual era cuando fue destruido. Porque esto no es posible, porque ha habido, de entonces acá, una evolución material de los pueblos en las ideas, en las instituciones, en la técnica, en la historia y aun en la geografía. Reconstruir aquellos organismos rotos con el mismo espíritu cristiano con que estaban animados, porque ese espíritu no es de ayer ni de hoy, sino que es el Espíritu eterno de Dios que debe penetrarlo todo en todos los tiempos. Por eso, antes de indicar cuáles son los principales organismos rotos por la Revolución conviene insistir en el principio que debe animar todo el programa público cristiano. Este es el espíritu de Dios que se comunica a Cristo-hombre y de Cristo a su Iglesia. Por esto es tan fundamental y primaria la Verdad de que Cristo ha de ejercer su Realeza Universal y espiritual sobre todo lo temporal, ya sea nacional o internacional. Por esto el laicismo es la peste que engangrena hoy al mundo. El laicismo de los organismos internacionales, el laicismo de las naciones, el laicismo de instituciones como la justicia, la universidad, la escuela, la familia, la propiedad y el orden económico. Es bien evidente que si el Espíritu de Cristo y de su Iglesia no inspira todos estos organismos, ellos se convierten en focos de infección, de perversión y de disociación.

Después que la Redención de Cristo se ha constituido en eje de la historia mundial, ya no es posible para el mundo y para un pueblo encontrar la paz de espaldas al Ungido de Dios. El hombre necesita de Cristo, de Cristo pleno y total. Este es el significado más saliente de cinco siglos de apostasía del mundo moderno. Este mundo, a pesar de su progreso técnico formidable, desde hace cincuenta años se halla convulsionado por doquier. Este mundo no se reconstruirá si Cristo y su Iglesia no le dan base sólida. 

Una vez asegurado el Espíritu de Cristo en las instituciones que nos rijan y en la vida particular y pública de los hombres, podremos entregarnos a la tarea de reconstruir, en consonancia con la evolución de los tiempos que vivimos, los principales organismos rotos por la Revolución. 

[…]

La Revolución Anticristiana, que amenaza con sumergir al mundo en la esclavitud comunista, ha atacado las tres autoridades que mantienen el orden cristiano de la sociedad. La autoridad religiosa de la Iglesia Católica, columna y fundamento de toda verdad. La autoridad política del Estado, que con su majestad realiza la convivencia virtuosa de la comunidad. La autoridad económica del orden de las profesiones, que aunando económicamente todas las fuerzas que contribuyan a la riqueza nacional, asegura la paz social. Por ello, si se quiere atajar el avance comunista y sanar la actual sociedad enferma, es necesario restaurar de manera efectiva estas tres autoridades. No es posible el funcionamiento de una de ellas sin el funcionamiento armónico de las otras. No hay paz ni orden en el plano de las relaciones de trabajo sin paz y orden en el plano del Estado, como tampoco puede haber paz y orden en el Estado y en la vida sin la paz y el orden de los espíritus, que sólo asegura la Iglesia.

 Fuente: P. Julio Meinvielle, El Comunismo en la Revolución Anticristiana
Ediciones Theoria, Buenos Aires 1961, págs. 95-104.

publicado en Blog del Centro Pieper


martes, 18 de abril de 2017

Tácito, Flavio Josefo, Plinio el Joven o Suetonio hablan de Jesús en sus obras

«Jesús, llamado el Mesías»: historiadores antiguos y paganos acreditan así la existencia de Cristo

«Jesús, llamado el Mesías»: historiadores antiguos y paganos acreditan así la existencia de Cristo
Los datos históricos muestran a un "Cristo" que contaba con muchos seguidores

Publicado en "Religión en Libertad"
17 abril 2017
La Iglesia ha celebrado estos días la Pasión de Cristo y ahora su Resurrección. Los Evangelios y otros textos del Nuevo Testamento hablan de estos acontecimientos y además los colocan en un contexto histórico ofreciendo bastantes datos al respecto.  Aun así, existen todavía voces que niegan la existencia de Cristo pese a que cualquier historiador especializado en esta época afirma de manera tajante la existencia de Jesús de Nazaret así como su muerte crucificado.

Estos expertos se basan en los textos de historiadores del siglo I y II completamente independientes y que no eran seguidores de Jesús. Sus crónicas hablaban de Jesús y de sus hechos portentosos y que “padeció bajo el poder de Poncio Pilato”, tal y como se recita en el Credo.

La muerte en la cruz, un dato histórico
El catedrático de Nuevo Testamento de la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia de Salamanca, Santiago Guijarro,  asegura en un reportaje que publica ABC sobre este asunto que “la muerte en cruz es el hecho histórico mejor atestiguado de la biografía de Jesús”.

Y en esta línea coinciden importantes historiadores como el ya fallecido Michael Grant, que afirmaba que hay más evidencia de que existió Jesús que la que hay de importantes personajes históricos paganos. Además, indicaba que “Jesús sí existió y sabemos más de él que de cualquier palestino judío antes del 70 d.C”.

Igualmente, F.F. Bruce, también fallecido, y autor de la obra ¿Son fidedignos los documentos del Nuevo Testamento?  indicaba de manera contundente que “para un historiador imparcial, la historicidad de Cristo es tan axiomática como la historicidad de Julio César”.


Flavio Josefo es el historiador que acredita de manera más clara la existencia de Jesús 

Los datos de Flavio Josefo
Y es que los historiadores de su época y que siguieron a su muerte acreditaron la existencia de Jesús aunque fuera con datos puntuales. Guijarro recuerda que “ninguno de los historiadores no cristianos se propuso escribir una historia de los comienzos del cristianismo, y por esta razón sólo mencionan los acontecimientos que tenían alguna relevancia para la historia que estaban contando. Sin embargo, el valor de estos datos puntuales es muy grande”.

De entre estos historiadores destaca sobre todo Flavio Josefo, judío romanizado que vivió del 37 al 110 y que hizo crónicas muy detalladas de lo ocurrido en Palestina.

En su texto conocido como Testimonium flavianum de su libro Antigüedades judías (91-94) aparecen referencias a Jesús como esta:

“En aquel tiempo apareció Jesús, un hombre sabio, (si es lícito llamarlo hombre); porque fue autor de hechos asombrosos, maestro de gente que recibe con gusto la verdad. Y atrajo a muchos judíos y a muchos de origen griego. (Él era el Mesías) Y cuando Pilato, a causa de una acusación hecha por los principales de entre nosotros lo condenó a la cruz, los que antes le habían amado, no dejaron de hacerlo. (Porque él se les apareció al tercer día de nuevo vivo: los profestas habían anunciado éste y mil otros hechos maravillosos acerca de él) Y hasta este mismo día la tribu de los cristianos, llamados así a causa de él, no ha desaparecido”.



Entre paréntesis aparecen los fragmentos que los expertos debaten si pudieron ser o no añadidos posteriormente. Pero la esencia y en lo que hay consenso sobre su autenticidad es que Jesús existió siendo la figura que mostraron los Evangelios.

"Jesús, que es llamado Mesias"
En otra parte de su obra, Josefo explica el martirio de Santiago haciendo referencia a “Jesús, que es llamado Mesías”.

Otro importante historiador que habla de Jesús y que los expertos de la actualidad dan total credibilidad es Tácito (56-118 d.C.). El historiador romano menciona a “Cristo” en su obra Anales ya al final de su vida cuando habla del incendio de Roma en el año 64 en tiempos del emperador Nerón.

Tácito recoge que Jesús fue ejecutado por Poncio Pilato
Tácito informa de las sospechas existentes acerca de que había sido el propio Nerón el que habría ordenado prender fuego a la ciudad y recoge cómo “para acallar el rumor, Nerón creó chivos expiatorios y sometió a las torturas más refinadas a aquellos a los que el vulgo llamaba ‘crestianos’, [un grupo] odiado por sus abominables crímenes. Su nombre proviene de Cristo, quien bajo el reinado de Tiberio, fue ejecutado por el procurador Poncio Pilato.  Sofocada momentáneamente, la nociva superstición se extendió de nuevo, no sólo en Judea, la tierra que originó este mal, sino también en la ciudad de Roma, donde convergen y se cultivan fervientemente prácticas horrendas y vergonzosas de todas clases y de todas partes del mundo”.


Estos historiadores confirman que Jesús "padeció bajo el poder de Poncio Pilatos"

Aunque Josefo y Tácito son las fuentes más claras también existen otras antiguas que citan a Cristo, como Plinio, el joven (112 d.C) que siendo procónsul en Bitinia escribió una carta al emperador Trajano, y que se conserva en la actualidad, para preguntarle que debía hacer con los cristianos. Hasta tres veces aparece la palabra “Cristo” en su escrito.

Plinio el Joven cita varias veces a Cristo
Esto decía en su carta a Trajano:

“Decidí dejar marcharse a los que negasen haber sido cristianos, cuando repitieron conmigo una fórmula invocando a los dioses e hicieron la ofrenda de vino e incienso a tu imagen, que a este efecto y por orden mía había sido traída al tribunal junto con las imágenes de los dioses, y cuando renegaron de Cristo (Christo male dicere). Otras gentes cuyos nombres me fueron comunicados por delatores dijeron primero que eran cristianos y luego lo negaron. Dijeron que habían dejado de ser cristianos dos o tres años antes, y algunos más de veinte. Todos ellos adoraron tu imagen y las imágenes de los dioses lo mismo que los otros y renegaron de Cristo. Mantenían que la sustancia de su culpa consistía sólo en lo siguiente: haberse reunido regularmente antes de la aurora en un día determinado y haber cantado antifonalmente un himno a Cristo como a un dios. Carmenque Christo quasi deo dicere secum invicem. Hacían voto también no de crímenes, sino de guardarse del robo, la violencia y el adulterio, de no romper ninguna promesa, y de no retener un depósito cuando se lo reclamen”.

Por su parte, Trajano contestó a Plinio diciéndole que no buscara a los cristianos pero cuando se les acusara debían ser castigados a no ser que se retractaran.

Suetonio también habla de los cristianos en Roma
Otra fuente que habla de Jesús es Suetonio, un historiador romano que vivió del 70 al año 140. En su libro Sobre la vida de los césares menciona la expulsión de los judíos de Roma ordenada por el emperador Claudio, que “andaban siempre organizando tumultos por instigación de un tal Chrestus”.

Para la gran mayoría de los historiadores contemporáneos este “Chrestus” es Cristo puesto que era frecuente que los paganos confundieran a Christus y Chrestus y porque no existe ninguna constancia ni testimonio sobre ningún Chrestus agitador.

Por ejemplo, los Hechos de los Apóstoles recogen este acontecimiento histórico cuando se cuenta que Aquila y Priscila “acababan de llegar (a Corinto) desde Italia por haber decretado Claudio que todos los judíos saliesen de Roma”.

"El crucificado" en Palestina
El también escritor griego Luciano de Samosata escribió en el año 165 una sátira sobre los cristianos en su obra La muerte de Peregrino. “Consideraron a Peregrino un dios, un legislador y le escogieron como patrón…, sólo inferior al hombre de Palestina que fue crucificado por haber introducido esta nueva religión en la vida de los hombres (...) Su primer legislador les convenció de que eran inmortales y que serían todos hermanos si negaban los dioses griegos y daban culto a aquel sofista crucificado, viviendo según sus leyes”, escribía el griego
 

domingo, 16 de abril de 2017

¿Por qué Jesús dobla el Sudario de lino después de su Resurrección? 


El Evangelio de Juan ( 20:7 ) nos dice que el Sudario, que se le colocó sobre el rostro a Jesús, no estaba echado a un lado junto con las vendas.


La Biblia dedica un verso entero para decirnos que el Sudario fue bien doblado, y que se colocó en un lugar aparte (quizás en donde estuvo tendido).


El domingo por la mañana, cuando todavía estaba obscuro, María Magdalena fue al sepulcro y encontró que la piedra había sido removida de la entrada.


Ella corrió y encontró a Simón Pedro y al otro discípulo, a quien Jesús amaba. Ella dijo: "¡Se han llevado el cuerpo del Señor del sepulcro, y no sabemos dónde lo han puesto!".


Pedro y el otro discípulo corrieron a la tumba para ver. El otro discípulo corrió y llegó antes que Pedro. Se detuvo, miró dentro del sepulcro y vio las vendas en el suelo, pero no entró.


Luego llegó Simón Pedro y entró. También notó las vendas en el suelo, mientras que la tela que había cubierto la cara de Jesús estaba doblada y situada a un lado.


¿Era importante eso? ¡Por supuesto! ¿Es, ahora, realmente importante? ¡Claro que sí!


Para comprender el significado de la servilleta doblada, hay que entender un poco acerca de la tradición hebrea en esos días.


La servilleta doblada tenía que ver con el Maestro y el Siervo, y cada niño judío conocía esta tradición.


Cuando el siervo ponía la mesa de la cena para el Maestro, se aseguraba de ponerla exactamente de la manera en que el Maestro quería.


La mesa estaba decorada a la perfección, y luego el criado iba a esperar, fuera de la vista, hasta que el Maestro había terminado de comer. El siervo no se atrevía a tocar la mesa, hasta que el Maestro hubiera terminado.


Ahora bien, si el Maestro había terminado de comer, se levantaba de la mesa, se limpiaba los dedos, la boca, y la barba, y hacía un nudo la servilleta y la lanzaba sobre la mesa.


El siervo entonces sabía que era el momento para limpiar la mesa. Porque en aquellos días, la servilleta arrugada quería decir, "he terminado".


Pero si el Maestro se levantaba de la mesa, doblaba la servilleta y la ponía junto a su plato, el siervo no se atrevería a tocar la mesa, porque la servilleta doblada significaba...


"¡VOLVERÉ! "


¡Qué increíble! ¡Qué bello!



Cristo dejó un mensaje en su tumba para decir que volverá...


-Publicado en Catolicidad.com

Homilía del Papa Francisco en la Santa Misa con la Bendición de los Palios para los nuevos Arzobispos Metropolitanos, en la Solemnidad ...